Las declaraciones del Ministerio de Economía indican que la prioridad de la política económica es la desaceleración de la inflación. En este contexto, el mercado no solo descarta un ajuste significativo en el dólar oficial para corregir la apreciación cambiaria, sino que también muchos analistas anticipan una posible reducción del "crawling peg" para moderar el aumento de precios. Este enfoque plantea riesgos, especialmente en relación con las reservas.
Ricardo Arriazu, co-fundador de Arriazu Macroanalistas y cercano al Gobierno, comentó recientemente que el equipo liderado por Luis Caputo ha optado por dos anclas para controlar la inflación: la fiscal y la cambiaria. En este sentido, no prevé una devaluación significativa, ya que podría amenazar el proceso de desaceleración inflacionaria. En cambio, pronostica que el ajuste mensual del tipo de cambio se mantendrá alrededor del 1% para finales del próximo año.
Sebastián Menescaldi, director de la consultora EcoGo, también se mostró optimista en una entrevista con Ámbito, sugiriendo que una inflación cercana al 2% podría motivar al Gobierno a reducir el "crawling" y las tasas de interés. "Probablemente, la disminución no sea lineal, pero un objetivo del 1% para fin de año es factible", señaló.
Las expectativas de una devaluación más moderada se reflejan en la caída de los precios en los contratos de dólar futuro, como lo demuestra una disminución de casi $50 en el plazo de diciembre de 2024 en el último mes, lo que representa una contracción de alrededor del 4%.
El reciente Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central reveló una notable baja de $108,70 (-7,8%) en el tipo de cambio oficial esperado por el sector privado para el próximo año. Mientras que en agosto se esperaba un salto cambiario anual superior al 45%, en septiembre esa previsión se ajustó al 32%.
Las proyecciones del oficialismo, reflejadas en el Presupuesto 2025, son aún más optimistas, con una estimación de incremento del 18% en el precio del dólar para el año próximo, lo que se traduciría en un ajuste mensual de aproximadamente 1,5%, alineado con la tasa de inflación esperada.
En el Palacio de Hacienda se debate la posibilidad de reducir la devaluación cuando la inflación baje al 2%. Sin embargo, esto parece contradecir las recientes declaraciones del presidente Javier Milei, quien indicó que se levantará el cepo cambiario una vez que desaparezca la inflación "inducida por el programa", lo que dejaría una inflación mensual cercana al 2,5%.
Juan Manuel Telechea, director del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala, destacó que si la inflación se estabiliza al 2,5% y el Gobierno unifica el mercado de cambios, "la brecha debería ser nula, de lo contrario impactaría en la inflación". Según su análisis, una decisión del Banco Central de mantener un tipo de cambio más rígido podría crear una mayor brecha y complicar el levantamiento del cepo.
Menescaldi también advirtió sobre el potencial de un "carry trade", donde se fomenta la deuda en dólares para invertir en activos en pesos con tasas de interés superiores al 25%. Esto podría hacer que el tipo de cambio se vuelva menos competitivo, afectando el superávit del sector externo, un riesgo que podría no ser evidente en el corto plazo.
Por último, para eliminar el cepo, es esencial cumplir con dos condiciones: que el exceso de pesos en la economía sea bajo para evitar corridas cambiarias y que haya acceso a financiamiento en dólares, dado el vencimiento de obligaciones de deuda y la escasa acumulación de reservas prevista en los próximos meses.
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